En los análisis y lecturas que se hacen al día siguiente de las elecciones de mitad de período en Estados Unidos, la mayoría coincide en expresar temor que el resultado vaya a implicar una "tranca" en Washington por la imposibilidad de lograr consensos y una profundización de la polarización política.

Los votantes mostraron desilusión con Obama.
Aunque el triunfo del Partido Republicano ha sido interpretado como un mensaje del electorado a Obama y los demócratas, que en estos dos años usaron su aplanadora legislativa para aprobar polémicos proyectos de leyes, muchos creen que la parálisis podría caracterizar el resto del período presidencial.
Pese a sus avances, los opositores no lograron el control de ambas cámaras que les permitiera avanzar sus iniciativas de ley. Los demócratas quedan en control de la Cámara de Senadores, pero sin la fuerza para imponer ellos su agenda.
A la Casa Blanca le toca negociar con un Congreso dividido para continuar las reformas que se había propuesto el presidente Obama, pero tomando en cuenta que el reloj para las presidenciales del 2012 ya empezó a rodar, es difícil esperar que haya ánimo colaborador entre los republicanos.
La reacción de Obama
Algunos estiman que con el terreno ganado a los demócratas, los republicanos tratarán de cumplir la promesa de su líder en el Senado, Mitch McConnell quien dijo que empeñará "toda la legislatura" para "garantizar que Obama sea un presidente de un solo período".Larry Sabato, politólogo de la Universidad de Virginia, le aseguró a BBC Mundo que el nuevo congreso presagia un mayor bloqueo en las negociaciones políticas.

El presidente tendió puentes con sus opositores.
La manera cómo la Casa Blanca le hará frente al nuevo mapa político podría conocerse este miércoles, durante la rueda de prensa que ha convocado el presidente Obama y durante la que posiblemente anuncie algunos cambios de estrategia.
Ya anoche, en llamadas que hizo a diferentes líderes del Congreso de ambos partidos, Obama les expresó su intención de trabajar juntos y "buscar puntos de entendimiento".
Mikey Duffy, editor de la revista de información política Time, le aseguró a BBC Mundo que para Obama vendrán tiempos de "hacer política bipartidista".
"Creo que escucharemos el discurso de que el Ejecutivo ha entendido el mensaje del electorado y quizá un reconocimiento de que debieron haber escuchado mejor, no sólo a su propio partido, sino también a la oposición", afirmó Duffy.
Desilusión y sectarismo
La tradición marca que el partido de gobierno suele perder terreno en las elecciones de mitad de período, muchos se preguntan cómo es posible que los demócratas de Obama hayan perdido el impulso avasallador que tenían hace dos años con su promesa de "cambio".
Los republicanos recuperaron el control de la Cámara Baja y redujeron la ventaja demócrata en el Senado.
La culpa de esa tibia salida de la llamada Gran Recesión del 2007-08, se la achacaron los votantes al presidente Barack Obama, pese a que los problemas empezaron bajo la presidencia del republicano George Bush.
En su editorial del miércoles, el diario The Washington Post estima que habría causado gran desilusión entre quienes en 2008 apoyaron a Obama la actitud sectaria de los demócratas al usar sus mayorías y obviar a la oposición para reformas cruciales como la ley del sistema de salud o la del sector financiero.
"Como muchos estadounidenses, hemos tenido nuestras desilusiones tanto en sus elecciones como en la ejecución de sus políticas", expresa el editorial, y añade que el nuevo escenario plantea una oportunidad para el trabajo conjunto.
La hora del té
Las ganancias republicanas se deben en parte al movimiento surgido en los primeros meses de la gestión de Obama, el Tea Party, que se lleva parte del crédito de haber reanimado la base conservadora que había quedado postrada tras la derrota en las legislativas del 2006 y las presidenciales del 2008.Con varios triunfos en el Senado, particularmente el de Marco Rubio, por Florida, el movimiento de base conservadora parece consolidarse como una facción importante dentro del partido republicano.
Sin embargo, la retórica empleada por muchos de los principales representantes del grupo –algunos de ellos hoy congresistas electos- refuerza la impresión de que se trata de una reedición de la vieja derecha estadounidense.
Será el trabajo que desarrollen en el Congreso lo que ayude a definir mejor al movimiento y determine su viabilidad y el alcance de su influencia, dentro del Partido Republicano o como una eventual tercera fuerza política.
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